Higiene del pezón durante la lactancia
Como madres primerizas tenemos muchas dudas y hacemos caso al mito «Debemos limpiar los pezones antes de cada toma».
Este mito inició hace unas décadas atrás cuando se les indicaba a las mujeres que debían lavarse los senos después de cada toma. De hecho, en los hospitales se lavaban el pecho antes de cada toma y luego se cubrían con gasas estériles para evitar que la piel tuviera gérmenes, evitando así cualquier contacto entre los microorganismos y los bebés.
¿Por qué es un mito lavar los pezones después de cada toma?
No es necesario limpiar de manera vigorosa los pezones antes de cada toma, basta con lavarlos una vez al día con agua templada.
Inclusive sin jabón (sólo agua), es suficiente. El detalle es que en la areola hay unos pequeños bultitos, que reciben el nombre de Glándulas de Montgomery, que segregan sustancias sebáceas que protegen y lubrican tanto la areola como el pezón.
Pues bien, la verdad es que después de cada toma si una mujer se dedica a lavar sus pezones lo único que consigue es ir retirando esa capa protectora, dejando la piel más seca y desprotegida.
Esto hace que aumente el riesgo de padecer de grietas o heridas.
¿Qué pasa con las bacterias que están en el pezón?
Las bacterias que están en el pezón, son flora normal de la madre y el bebé debe estar en contacto con esta flora. Además, la leche humana del final de la toma contiene ácidos grasos de cadena corta y ésteres, ambos con una importante actividad bactericida, destacando el factor antiestafilocócico de los ésteres. Sí, leíste bien la leche materna tiene componentes contra las bacterias.
Desde el momento que el bebe nace lo primero que se recomienda es dejarlo en el pecho de la madre. La razón principal es que ahí está más calientito y a gusto que en ningún otro sitio. Y a demás, crea el vínculo entre los madre y bebe.
Ya sabes, la leche materna ya tiene su propio sistema protector y de lubricado, y con una ducha diaria es más que suficiente.